martes, 9 de noviembre de 2010

Excursión “Bavaro Runners”

Después de un parón por la organización del final del viaje, el regreso a casa y la aclimatación a la rutina diaria (sniff, ¡qué bien estábamos allí!), seguimos con las aportaciones de experiencias de los participantes en el viaje. Os animamos a que nos mandeis vuestras crónicas y fotografías a concursoaniversario2010@gmail.com y las publicaremos.

La excursión que publicamos hoy nos la envía Javier:

“Hoy nos toca también madrugar, pero no por la excursión en sí que sale más tarde, si no porque no queremos perdernos un amanecer en esta parte del mundo. ¡Maravilloso! Además se ha corrido la voz y ya somos unos cuantos los que nos saludamos en la misma playa de Hotel.


Después nos recogen los camiones Safari de Bavaro Runners; puede parecer exagerado cuando los ves (preparadísimos con defensas, ruedas de tierra, etc) , pero necesarios para meternos por los caminos y rampas por el que tuvimos que atravesar, en el que a veces parecía que iba a ser imposible subir.

La primera parada fue en un rancho para hacer un circuito terrestre por el campo montados a caballo. A todos los que no lo sabían les sorprendió ver unos animales de altura más baja que la que estamos acostumbrados a ver en Europa, pero aquí todos los caballos son así. Además el que sean más bajos, no hizo más que animar a gente de todas las edades y condición a probar ser “amazona” por un día.


Después nos toca refrescar, que ya es de día y hace calor, y ya se sabe a la “Farmacia” hay que ir que es el nombre con el que llaman a las frecuentes paradas que hacemos para tomar un refrigerio o vitamina R. Salimos sin prisa pero sin pausa hacía una de las paradas más entretenidas a las que he asistido en los últimos años, en el que entre otras cosas tuvimos la ocasión de ver cómo sacaban la melaza de la caña de azúcar, pero con el método tradicional (tirado por una rueda con 2 bueyes) y con motor. Por supuesto probamos el liquido que salía de la caña de azúcar, que todos coincidimos en pensar que iba a ser más fuerte, y fue todo lo contrario. Nos enseñaron un poco de la historia de los primeros que fueron a estas tierras tan bonitas, y no faltó incluso la formación agrónoma, en el que se nos explicaron características para obtener una producción de calidad; ahora entendemos por qué estos productos son tan exquisitos.


Parada para poder ver cómo elaboraban los puros dominicanos, y si señor, esto es un arte; ¡Qué habilidad para liar puros! Explicaron todo el proceso desde que se recogen las hojas, se seleccionan las mejores, etc. Nos ofrecieron un puro a cada uno de los que asistimos; unos lo fumaron “in situ”, otros decidieron guardarlo pero salimos con buen aroma hacía otra aventura más.

Salimos para ir a comer, toda la mañana por ahí viendo cosas, nos abrió el apetito y fuimos a un sitio donde se sirvió comida típica dominicana. Muy sabrosa y variada, lejos de lo que podemos pensar cuando no conocemos un País. No faltó la bebida, el café y sobre todo la música local que se pega de forma extraordinaria y hasta mi chico la tarareaba cuando volvíamos.

Nos llevaron a la casa de Doña María, una Señora humilde que con su marido e hijos se dedica a enseñar cómo viven los dominicanos; nos enseñaron su casa, su cocina, sus dormitorios, y todos nos asombrábamos de ver cómo se organiza una casa, hasta sin medios como estamos acostumbrados a hacerlo hoy en día entre nosotros.


Más tarde tuvimos la ocasión de ver en su finca cómo cultivos de cacao y café, con una explicación a pie de cada proceso que incluía degustación del productos; fue maravilloso descubrir que hay detrás de estos productos que también pudimos adquirir antes de irnos.


Nos faltaba parar en una de las playas Atlánticas más bonitas a las que asisten los dominicanos para bañarse y de verdad nos vino bien, pues el baño fue sugerido y todos a “una” dijimos que sí. Unos se bañaron, otros aprovecharon para comprar algo a algunos de los comerciantes que se asientan en las playas, y otros aprovecharon para andar por las arenas tan finas hasta las rocas. Yo elegí esto último a pie de playa y de verdad es uno de los placeres que más me ha gustado, huyendo de caminar por el duro asfalto, y con unas vistas que hacían del paseo una tarde de sábado maravillosa.

Después nos tocaba volver, pero no me puedo olvidar de lo que hizo de este un gran día de aventura y fueron los maravillosos guías que tuvimos la ocasión de conocer pues nos explicaron todo; hablamos con ellos de geografía, política, cultura, sociedad, etc. y además contado de forma y manera tan entretenida que puedo decir que ha sido sin duda una de las excursiones más bonitas que he hecho en mi vida. ¡Felicidades por haber tenido la ocasión de aprender tanto, en tan poco tiempo!”

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